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     Con hebreo me’ušar buscamos enseñar la lengua de un colectivo particular, pero que mantiene grabada en sí misma una gestación exógena muy representativa. El conocido dentro de los ámbitos cristianos como “hebreo bíblico” y de los círculos judíos como “hebreo tanajit”, calificando el texto que cada comunidad reconoce para sí como revelado (Antiguo Testamento y TaNaK), posee la grafía del arameo que los exiliados de Judá aprendieron en Babilonia (‘Ašur; 597-538 a.n.e.) y fue aceptada por los rabinos para el texto sagrado en el siglo II d.n.e.

Desde la formalidad material de las letras, este fenómeno lo podemos retrotraer a la creación del alfabeto en el Sinaí en contacto con los jeroglíficos egipcios (1800 a.n.e.), hasta la fijación de 22 letras en Ugarit (1200 a.n.e.), donde los escribas se hallaban, a su vez, en contacto con el cuneiforme de Mesopotamia. En su contenido, también la literatura nacional israelí, a partir de la difusión del hebreo moderno (cursiva) por Eliezer Ben-Yehuda (1858-1922) y la sucesiva fundación del Estado de Israel (1948) experimentará un movimiento que va de lo patriótico, con la nostalgia de la diáspora, a focalizarse en la individualidad, al igual que la literatura y poesía de vanguardia, por ejemplo, en nuestra propia lengua hispana y continente americano.

     Es esta conjunción de notas tan particulares y contactos culturales, que se han ido produciendo a lo largo de milenios en la historia humana, la que acompañará nuestro estudio de la lengua en cuanto tal (fonología, morfología y sintaxis), con el fin de rescatar la universalidad y eficacia que poseen las letras hebreas para nuestro mundo actual, cuando en su propia materialidad, y a semejanza de los jeroglíficos egipcios primigenios, son capaces de pasar de la muerte y destrucción total (me’ušar, “de Babilonia”) a una vida nueva (me’ušar, “feliz”):

Dijo Rabí Yonatán de Beyt Guvrin: “4 lenguas son ideales para que las use el mundo; y estas son: El griego para la poesía, el latín para la guerra, el arameo para el lamento y el hebreo para hablar, y aún hay quienes dice que el ‘ašuri para escribir; (pues) el 'ašuri (hebreo cuadrado), tiene escritura mas no idioma; el hebreo, por su parte, tiene idioma, pero no escritura; [los Israelitas] eligieron para sí la grafía del hebreo cuadrado y la lengua hebrea. ¿Y por qué se llama אשורי  (‘ašuri)? Porque es מאושר  (me’ušar, es decir, ‘feliz’ o alegre [véase Sal 41,3; Pr 3,18] debido a las formas de llamas y su aspecto cuadrado) en su escritura”. Rabí Levy decía: “Es debido a que subió por medio de ellos (los judíos) de ‘Ašur (מאשור, norte de Babilonia [véase Gn 2,14; 2R 23,29; Is 7,17; Jr 2,18; Os 7,11; Zac 10,10])” (Talmud de Jerusalén, Meg 10a).

 

     Para nosotros, “hebreo me’ušar” representa felicidad cuando se vuelve capaz de transformar la vida, no porque permita, necesariamente, acceder a la lectura de un texto determinado o alcanzar la comunicación con un grupo específico de personas, sino porque posibilita reconocernos parte de ese proceso de gestación y transformación histórico que ejerce su acción hasta hoy a partir de las letras.

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